Diez cosas que todo niño con autismo quisiera que supieras
1. Ante todo, soy un niño. Tengo autismo. No soy principalmente “autista”. Mi autismo es solo un aspecto de mi personalidad. No me define como persona. Siendo un niño, yo estoy en desarrollo. Ni tú ni yo sabemos aún de lo que soy capaz. Definirme según una de mis características conlleva el riesgo de establecer expectativas muy bajas. Y si percibo que tú no piensas que “Yo sí puedo”, mi respuesta natural será ¿Por qué intentarlo?
2. Mis percepciones sensoriales están
alteradas. Significa que las imágenes, los sonidos, olores, gustos y
texturas del día a día que posiblemente tú ni notes, me resulten incluso
dolorosas. El propio entorno donde vivo frecuentemente me parece hostil. Es
posible que yo te parezca retraído o agresivo pero en realidad solo intento
defenderme. Fíjate como un “simple” paseo al supermercado puede ser un infierno
para mi…
3. Por favor recuerda distinguir entre “No
quiero” y “No puedo”. El lenguaje receptivo y expresivo y el vocabulario
pueden representarme retos formidables. No se trata de que No presto atención a
las instrucciones. Se trata de que No puedo comprenderlas. Cuando me llamas
desde el otro extremo del salón, esto es lo que escucho: *&+%$#, Billy.
#$%&/%$&*… En su lugar, acércate y háblame directamente, con palabras
sencillas.
4. Soy
un pensador concreto. Esto significa que interpreto el lenguaje muy
literalmente. Me confundo mucho cuando me dices, “¡Detén tus caballos,
vaquero!”, cuando lo que quieres decir realmente es “Por favor, no corras.”
Cuando me dices que “llueven gatos y perros,” yo busco los gatos y los perros. Solo dime,
“Está lloviendo mucho.” Las frases idiomáticas, los juegos de palabras, los
matices, los dobles entendidos, las inferencias, las metáforas, las alusiones y
el sarcasmo se me escapan.
5. Por favor ten paciencia con mi escaso
vocabulario. Me es difícil decirte lo que necesito cuando no conozco las
palabras para describir mis sentimientos. Puede que tenga hambre, que me sienta
frustrado, atemorizado o confundido pero en estos momentos esas palabras están
más allá de mi habilidad de expresarme. Debes estar alerta a mi lenguaje
corporal, a mi retraimiento, agitación u otras señales de que algo anda mal.
6.
Ya que el lenguaje me resulta tan
difícil, me oriento mucho visualmente. Por favor muéstrame como hacer algo en
lugar de solo decírmelo. Y por favor, prepárate para mostrármelo varias
veces. La repetición consistente me ayuda a aprender. Los pictogramas me ayudan
mucho a lo largo del día. Como tú con tu agenda, los pictogramas me alivian el
estrés de tener que recordar lo que sigue, me facilita la transición entre
actividades, me ayuda a manejar el tiempo y a cumplir con tus expectativas. Antes de saber leer, necesitaré un
pictogramas con fotografías o dibujos sencillos. A medida que vaya creciendo,
podrían funcionar palabras y dibujos, y más adelante, solo palabras.
7. Por favor, concéntrate y apóyate en lo que
puedo hacer, en lugar de lo que no puedo hacer. Como cualquier ser humano,
no puedo aprender en un entorno donde constantemente me hacen sentir que no
estoy a la altura y que necesito “que me arreglen.” Intentar cualquier cosa
nueva cuando estoy casi seguro de que me criticarán – sin importar cuán
“constructiva” sea esa crítica – se convierte en algo que debo evitar. Busca
mis fortalezas y las encontrarás. Hay más de una manera “correcta” de hacer la
mayoría de las cosas.
8. Por favor ayúdame con las interacciones
sociales. Puede parecer que no quiero jugar con otros niños en el patio, pero
a veces es solo que no sé cómo empezar una conversación o unirme al juego. Si
animas a los otros niños para que me inviten a jugar con ellos, es posible que
me encante que me incluyan. Funciono
mejor en actividades de juego estructuradas que tienen un inicio y un final
bien definidos. No sé como “leer” las expresiones faciales, el lenguaje
corporal o las emociones de los demás, así que agradeceré mucho que me entrenes
permanentemente en las respuestas sociales apropiadas. Por ejemplo, si me río
cuando Emily se cae del tobogán, no es porque piense que es algo divertido. Es
que no sé cuál es la respuesta correcta. Enséñame a decir “¿Estás bien, Emily?”
9. Procura
identificar los factores detonantes de mis estallidos, rabietas o como quieras
llamarlos son más terribles para mí que para ti. Suceden porque uno o
varios de mis sentidos se ha sobresaturado. Si puedes determinar por qué sucede
el estallido, podría prevenirse. Mantén un cuaderno para anotar la hora, el
lugar, las personas, las actividades. Es posible que detectes un patrón.
10. Si
eres un miembro de mi familia, por favor, quiéreme sin condiciones. Elimina
pensamientos como, “Si solo pudiera” y “Por qué no puede”. Tú no cumpliste
todas las expectativas de tus padres y no quisieras que te lo recordaran
constantemente. Yo no quise tener autismo. Pero recuerda que es algo que me
pasa a mí, no a ti. Sin tu ayuda, mis posibilidades de alcanzar una madurez
exitosa son pocos. Con tu apoyo y orientación, las posibilidades serán mejores
de lo que imaginas. Te lo prometo, yo valgo la pena.
Y finalmente, tres palabras: Paciencia.
Paciencia. Paciencia. Esfuérzate por ver mi autismo como una habilidad
diferente en lugar de una discapacidad. Mira más allá de lo que percibes como
limitaciones y aprecia las fortalezas que el autismo me ha dado.
de Ellen Notbohm
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